GESTIÓN DEL RIESGO Y TERRITORIO FLUVIAL. EL CASO DEL ARROYO
SAN BERNARDO
Antonela
Volonté[1]
Marilina Ayelén González1
Verónica Gil1
(Manuscrito recibido el 18 de noviembre de 2020, en versión final 19 de mayo de 2021)
Para
citar este documento
Volonté, A, González, M & Gil, V (2021). Gestión del
riesgo y territorio fluvial. El caso del arroyo San Bernardo. Boletín geográfico 43, volumen 43(1) 49-66.
Resumen
El
territorio fluvial hace referencia al sector de paisaje dominado por un sistema
fluvial e incluye el cauce, el corredor ribereño y la llanura de inundación.
Sus límites son precisos, pero no permanentes ya que es necesario modificarlos
en función de la movilidad fluvial. La determinación del territorio fluvial es
una tarea compleja, si bien desde lo teórico es una propuesta sencilla es
difícil ponerlo en práctica en las normativas vigentes. Esto se puede observar
en nuestro país, donde aún la metodología no se ha implementado concretamente
en ninguna cuenca. El objetivo de este trabajo es delimitar el territorio
fluvial en un tramo urbanizado de la cuenca del arroyo San Bernardo para
verificar su viabilidad como insumo para la futura gestión de este espacio con
riesgo de crecidas recurrentes. Para la delimitación del territorio fluvial se
emplearon criterios geomorfológicos (inclusión de terrenos susceptibles de ser
afectados en las próximas décadas por la propia dinámica del cauce), ecológicos
(inclusión de masas de vegetación ribereña aisladas y otros anexos fluviales
desconectados del corredor ribereño) e históricos (cambios en el uso de suelo y
la zona inundable para un período de retorno de 50 años). Estos criterios se aplicaron en un tramo de
la cuenca baja del arroyo San Bernardo. Esta elección se basa en que allí se
presenta la mayor transformación antrópica debido a la presencia de la
localidad de Sierra de la Ventana.
Considerando que el territorio fluvial es una herramienta que se ha
utilizado en la gestión de los recursos hídricos, se considera oportuno empezar
a aplicar la metodología en el tramo con mayor impacto para luego continuar con
el resto de la cuenca. Como resultado se obtuvo un Territorio Fluvial Ideal
(TFI) de 548 m2 en el cual es necesario gestionar las riberas ya que
son los espacios más afectados por la antropización del área.
Palabras
clave: Territorio
Fluvial, Usos de suelo, Riesgo, Cuencas pequeñas
MANAGEMENT OF RIESGO AND FLUVIAL TERRITORY. CASE OF
THE SAN BERNARDO STREAM
Abstract
The fluvial territory refers to the
space or landscape dominated by a fluvial system and includes the channel, the
riparian corridor and the flood plain. Its limits are precise, but not
permanent since it is necessary to modify them according to river mobility. The
determination of the river territory is a complex task, although from the
theoretical point of view it is a simple proposal, it is very difficult to put
it into practice, mainly in large basins. This can be observed in our country,
where the methodology has not yet been concretely implemented in any basin. The
objective of this work is to delimit the fluvial territory in an urbanized
section of the San Bernardo stream basin to be used as an input for the future
management of this space in the face of the problem of floods that repeatedly
affect the area. For the delimitation of the river territory, geomorphological
(inclusion of land susceptible to being eroded in the coming decades due to the
dynamics of the riverbed), ecological (inclusion of isolated riverine
vegetation masses and other fluvial annexes disconnected from the riverine
corridor) and historical criteria were used (changes in land use and floodplain
for a return period of 50 years). These criteria were applied in a section of
the lower basin of the San Bernardo stream. This choice is based on the fact
that there is the greatest impact given the presence of the town of Sierra de
la Ventana. Considering that, the river territory is a tool that can be used in
the incipient management of water resources that is being carried out in the
basin, it is considered appropriate to start applying the methodology in the
section with the greatest impact and then continue with the rest of the basin.
As a result, an Ideal Fluvial Territory of 548 m2 was obtained in
which it is necessary to manage the banks since they are the spaces most
affected by the anthropization of the area.
Keywords:
Fluvial
territory, Land use, Risk, Small basins.
Introducción
Los ríos son
sistemas naturales, dinámicos y complejos que constituyen un elemento clave en
la dinámica ambiental y en la planificación territorial, cuentan con mecanismos
de autorregulación de sus escorrentías extremas, siempre y cuando conserven una
dinámica activa con procesos naturales de erosión, transporte y sedimentación
(Ollero Ojeda y Elso, 2007; Baena Escudero, Guerrero
y Posada, 2016). Ollero Ojeda, González y Elso (2009) definen el
territorio fluvial como el terreno, espacio o paisaje dominado por un sistema
fluvial. Incluye el cauce, el corredor ribereño y la llanura de inundación. Se
trata de una banda geomorfológica y ecológicamente activa, de máxima eficiencia
y complejidad como sistema natural. Sus límites son precisos, pero no
permanentes, ya que han de adaptarse a la movilidad fluvial. Una de las
ventajas que tiene la utilización de este concepto es que permite resolver
problemas de ordenamiento de áreas inundables, contribuyendo a reducir la
exposición, lo que implica sostenibilidad a la hora de abordar la gestión del
riesgo (Blackwell y Maltby, 2006; Ollero Ojeda et
al., 2009; Gatica Herrera, 2019).
En
Europa, la perspectiva está adquiriendo cada vez mayor relevancia. Entre los
autores que desarrollan y aplican estos conceptos y metodologías cabe destacar
a González del Tánago (2007) quienes determinaron el
territorio fluvial del río Guadalete (Jerez de la Frontera, España) obteniendo
como resultado una disminución de la anchura de su cauce y la invasión de la
vegetación ribereña hacia el interior del mismo, propiciando con ello un
aumento del riesgo de inundaciones. En Andalucía se aplicó la metodología del
territorio fluvial para el estudio de los espacios fluviales urbanos con el
objetivo de garantizar su conservación dentro de ese ámbito y de esa manera
organizar y regular las actividades humanas (González Rojas, 2017). En Francia,
Bazin y Gautier (1996) determinaron el espacio de libertad para el río Loira,
con el objetivo esencial de preservar la movilidad lateral de los meandros y
así lograr el equilibrio y la estabilidad del hidrosistema.
Arnaud-Fassetta y Fort (2008) utilizaron el concepto del espacio fluvial funcional como
herramienta de decisión para la mitigación del riesgo de inundación en el río
Aude. Cuantificaron el ancho óptimo para que el canal del río divague en su
planicie de inundación. Demostraron la necesidad de una gestión concertada del
río en toda la escala de captación y de un enfoque de análisis
multidisciplinar. Con el mismo objetivo, Vandemeulebrouck,
Arnaud-Fassetta y Fort (2011) delimitaron el espacio funcional de libertad, de máxima libertad y el
espacio de divagaciones históricas del río Ognon. En Suiza, Rohde, Hostmann, Peter
y Ewald (2006) se basaron en el concepto de room for rivers
para la aplicación práctica de la estrategia integradora de la restauración de
llanuras aluviales y ecología del sistema fluvial en sectores de los ríos Rhône
y Thur.
En
América, si bien existen numerosas investigaciones relacionadas con la
rehabilitación y restauración de riberas, los conceptos y metodologías
asociados al territorio fluvial como tal, se encuentran aún poco desarrollados.
En particular, en Canadá la temática posee una repercusión más amplia. Cabe
destacar a Biron et al. (2014) quienes determinaron los espacios de movilidad e
inundación para tres ríos en Quebec y bajo la perspectiva de freedom space for rivers definieron tres
niveles de “espacio de libertad”. Concluyeron que, en promedio para los tres
sitios estudiados, el espacio mínimo fue aproximadamente 1,7 veces el ancho del
canal. Por su parte, Choné (2013) mapeó los espacios
de movilidad de los ríos la Roche, Yamaska Sud-Est y Matane, al sur de Quebec,
con el fin de establecer el espacio necesario a largo plazo para mantener la
integridad geomorfológica y ecológica de estos cursos de agua. En Ecuador, se comenzó a trabajar en
la restauración fluvial, entendiendo la importancia que tiene alcanzar las
condiciones originales del sistema fluvial para disminuir el impacto antrópico.
La restauración fluvial comenzó a aplicarse en la microcuenca del Atacazo, para luego ser replicada en otras microcuencas
aledañas a la ciudad de Quito (Terneus-Jácome y
Yánez, 2018). Es importante destacar que la visión sobre la que se trabaja es
parcial, ya que solo se consideran bioindicadores acuáticos y variables
ambientales físico – químico básicas. Cadierno
Gutiérrez (2014) abordó el concepto de territorio fluvial como alternativa
posible desde el ordenamiento, para una zona inundable en Santiago de Chile. El
origen de la problemática es la ocupación para uso residencial de la llanura de
inundación. Ante esta situación propone la creación de nuevos instrumentos
normativos de gestión de riesgo entre los que se incluye la delimitación del
territorio fluvial.
En Argentina, las crecidas (flash flood) son una de las problemáticas
más frecuentes en las cuencas del sistema de Ventania (provincia de Buenos
Aires) y en especial en la cuenca del arroyo San Bernardo (Gil, 2010; Volonté,
2017; Moretto, Gentili, Ortuño Cano y Campo, 2019). Se generan por eventos
hidrometeorológicos extremos y afectan a la población situada en las márgenes.
Entre las consecuencias más importantes se encuentra el aislamiento temporario
de sectores poblados, corte de vías de comunicación intra y extra regionales,
la inundación de sectores urbanos ubicados en cercanías a los cauces, la
evacuación de personas y pérdidas tanto humanas como económicas (Volonté,
2017). Reconocer cuál es el territorio fluvial puede transformarse en una
herramienta más del abordaje de la peligrosidad de crecidas. Esto permitirá la
generación de medidas complementarias para 1) la mitigación a corto-largo plazo
de las crecidas y 2) adoptar medidas de conservación del espacio fluvial
acordes, ambas, a la funcionalidad del sistema.
Para poder realizar una gestión adecuada de crecidas en las
cuencas sería óptimo disponer de series temporales largas y continuas de
precipitaciones y caudales. Pese a que, en los
últimos años, en muchas cuencas del país se mejoraron los sistemas de monitoreo,
los registros disponibles siguen siendo poco representativos. Esta situación es
más evidente en cuencas pequeñas como la que aquí se estudia (82 km2).
Es por esta razón que el análisis de la hidrogeomorfología
junto con las características climáticas y biogeográficas de las cuencas sigue
siendo una opción válida para determinar la peligrosidad. Por otra parte, y en
línea a mejorar la gestión de las cuencas y los ríos, la incorporación del
concepto “territorio fluvial” permitiría conservar o recuperar la dinámica hidrogeomorfológica de diferentes tramos fluviales. Esto es
que el cauce pueda desplazarse lateralmente, erosionar, sedimentar y
desbordarse, desarrollando todas las interacciones hidromorfológicas
y ecológicas entre este y las riberas.
En nuestro país, aún no se ha implementado la determinación
del territorio fluvial asociado al problema del peligro de crecidas en cuencas.
La principal dificultad se da en aquellos espacios fluviales que se encuentran
más antropizados, ya que ofrecerle al río su espacio
implica reordenar el uso de suelo urbano. Lo cual involucra a su vez, la
generación o adecuación de normativas que son transversales a diferentes
escalas legislativas. Sin embargo, es necesario contar con estudios previos
para fundamentar la acción en vista de un cambio de uso del suelo en este caso.
Por ello, y acorde a las investigaciones que se vienen llevando a cabo en el
área de estudio, el objetivo que aquí se plantea es delimitar el territorio
fluvial en un tramo de la cuenca del arroyo San Bernardo para analizar la
factibilidad de ser utilizado como insumo para la futura gestión de este
espacio.
Área de estudio
La subcuenca
del arroyo San Bernardo (ScSB) nace en el Sistema de
Ventania (provincia de Buenos Aires, Argentina). Este cordón serrano, con
alturas máximas entre 900 y 1250 m s.n.m. es la
principal divisoria de agua del sur de la llanura pampeana. Nacen aquí las
principales redes de drenaje de la región y entre ellas la del río Sauce
Grande. Este, en su cuenca alta posee 21 subcuencas que drenan al cauce
principal (Gil, 2010). Una de ellas es la del arroyo San Bernardo que nace en
el cerro Tres Picos (1.230 m s.n.m.) y confluye en
cercanías de la localidad turística de Sierra de la Ventana (Figura 1) drenando
las laderas orientales del cordón serrano.
El área
tiene un clima templado con una marcada variabilidad témporo-espacial
de las precipitaciones (Campo, Capelli y Diez, 2004; Gentili y Gil, 2013;
Casado y Picone, 2018; Casado y Campo, 2019). Esta
variabilidad se refuerza con la influencia de fenómenos meteorológicos a escala
global los cuales contribuyen a las fluctuaciones periódicas en el monto de las
lluvias (Zapperi, Ramos, Gil y Campo, 2007; Gil,
Gentili, Zapperi, Casado y Campo, 2008; Ferreli y Aliaga, 2015; Brendel, Bohn y Piccolo, 2017).
La ScSB presenta dos zonas geológicas importantes: 1) el área
de afloramientos rocosos pertenecientes a diferentes cordones serranos, donde
las estructuras predominantes son los pliegues y las fracturas que controlan el
trazado de la red de drenaje (Suero, 1972; Sellés
Martínez, 2001); 2) las zonas de acumulaciones eólicas-aluviales (Gil, 2010)
incididas por la actual red de drenaje y donde en la actualidad se desarrollan
los suelos productivos que favorecen las actividades agrícola-ganaderas.
Biogeográficamente, la ScSB se encuentra en la
provincia Pampeana, distrito pampeano austral (Cabrera, 1976). La vegetación
predominante es la estepa de gramíneas, formada por grandes matas del género Stipa. Hay varias comunidades que pueden
considerarse climáxicas como
por ejemplo, la Estepa de Flechilla y
la Estepa de Stipa ambigua. En la zona de la cuenca baja prevalecen
especies arbóreas introducidas como Populus spp. y Salix spp. (Volonté, Duval, Gil y Campo, 2013). En esta
subcuenca la dinámica fluvial es producto de la combinacion
de factores hidrometeorológicos y geomorfológicos. Ante eventos
hidrometeorológicos extremos se generan crecidas intensas que afectan a la
población situada en las márgenes (Gil, 2010 y Volonté, 2017).
Figura 1. Localización del área de estudio. Fuente: elaboración
propia.
Materiales
y métodos
Para la delimitación del territorio
fluvial se emplearon los criterios establecidos por Ollero Ojeda et al. (2009),
los cuales se adaptaron a la realidad de la ScSB. Se
utilizaron criterios geomorfológicos, ecológicos e históricos (Tabla 1). Estos
se aplicaron en un tramo de la cuenca baja del arroyo San Bernardo.
Criterios |
Aspecto a considerar |
Históricos |
Cambios en el uso de suelo (1981 - 2020). Zona inundable para un período de retorno de 50
años |
Ecológicos |
Inclusión de masas de vegetación
ribereña aisladas y otros anexos fluviales desconectados del corredor
ribereño. |
Geomorfológico |
Inclusión de terrenos susceptibles de ser
erosionados en las próximas décadas por la propia dinámica del cauce. Acumulaciones sedimentarias en el cauce. |
Tabla
1. Criterios para la delimitación del
territorio fluvial. Fuente: elaboración propia.
Para la
identificación de los componentes de cada criterio, además del trabajo de campo
como principal fuente de información, se utilizaron imágenes satelitales de
alta resolución extraídas de Google Earth Pro®
y fotografías aéreas del año 1981. Luego, se digitalizó y procesó la
información en el software ArcGIS® y se elaboró la cartografía de
usos de suelo para los años 1981 y 2020, como así también la cartografía con la
propuesta de territorio fluvial. Para la representación del área inundable con
un período de retorno de 50 años, se determinaron previamente los caudales de referencia,
ya que como se mencionó anteriormente esta cuenca no se encuentra aforada. Para
ello, se siguió la propuesta metodológica de Sandoval Erazo y Aguilera Ortiz
(2014). Una vez estimados los caudales máximos, se calculó la altura máxima de
la lámina de agua y luego se ajustaron los valores obtenidos a los perfiles
transversales realizados en la cuenca baja.
Existen
cuatro posibles territorios fluviales para delimitar, que no son excluyentes
entre sí y que se definen en función de los usos permitidos: (a) Territorio
Fluvial Actual o Mínimo (TFA) es el espacio ocupado por el cauce en la
situación actual, incluye el equipamiento de ocio compatible con la inundación
y con el correcto funcionamiento del ecosistema y no incluye edificaciones ni
usos agrarios; (b) Territorio Fluvial Protegido (TFP) se encuentra integrado en
el TFA y no es objeto de ningún tipo de actuación o de ubicación de
infraestructura, su objetivo es mantener la complejidad, continuidad y
conectividad; (c) Territorio Fluvial Básico (TF) abarca el TFA y el TFP, es un
espacio fluvial más ancho que el actual, convirtiéndose en objetivo de
planificación a corto y medio plazo. Es necesario restringir en él las
actividades antrópicas ya que es íntegramente inundable. Por último, (d) el
Territorio Fluvial Ideal o Máximo (TFI) incluye la totalidad de la llanura de
inundación. Es compatible con actividades humanas e incluso con la edificación,
por lo tanto, se convierte en un espacio de riesgo. Para este trabajo se
implementó el TFI ya que permite, a partir de una correcta zonificación del uso
del suelo, mantener las actividades antrópicas y aprovechar el potencial
recreativo que tiene este sector para las actividades turísticas.
Resultados
Criterio
histórico.
Analizar la evolución del uso de suelo
es importante porque condiciona la dinámica hidrogeomorfológica,
lo cual incrementa o disminuye la peligrosidad de crecidas (Martinez
Castroviejo, Gómez Villar y García Ruiz, 1991; Alonso Sarría,
Gomariz Castillo, Cánovas García y Moreno Brotóns, 2020). En la cuenca alta no hay intervención
antrópica debido a las condiciones geomorfológicas. Allí es donde se encuentran
las nacientes de la red hídrica y la mayor pendiente (>20°), características
que resultan una limitante para la ocupación. En la cuenca media, en la zona de
menor pendiente y de suelos más profundos se desarrolla la actividad ganadera
extensiva (Figura 2).
Figura 2. Cuenca del arroyo San Bernardo: a. Cuenca alta y b. Cuenca
media. Fuente: fotografías de las
autoras.
En el caso de la cuenca baja, el uso
de suelo ha tenido transformaciones principalmente en las últimas décadas
(Figura 3). Se observa entre los años 1981 y 2020 la densificación de
construcciones y el arbolado urbano en la margen izquierda del tramo (borde
norte) mientras que sobre su margen derecha (borde sur) la apertura de nuevos
loteos y el incremento de construcciones más dispersas, que corresponde a la
modalidad de ocupación del suelo. Desde un punto de vista cuantitativo, la
figura 4 indica los porcentajes de los diferentes usos de suelo en el período
analizado. En 1981 predomina, en el área analizada, el uso de suelo rural (71
%) abocado al cultivo de pasturas para alimentar al ganado. Por su parte, el
uso residencial (26 %) se caracteriza por ser disperso, ya que corresponde a
los inicios del barrio San Bernardo y está asociado predominantemente a las
segundas residencias. Dentro del uso recreativo (3 %) se destaca el Golf Club
Sierra de la Ventana, institución que fue fundada en 1951 y que es propietaria
de 63 ha en la cuenca baja.
Figura 3. Mapa de usos del suelo correspondiente al área de estudio
(1981 – 2020). Fuente: elaboración propia.
Figura 4.
Usos de suelo para el período 1981 – 2020. Fuente: elaboración propia.
Comparando
con los resultados obtenidos para el año 2020 se puede observar una disminución
de la superficie de uso rural (23 %) en favor del uso residencial (20 %). En
este punto es importante considerar que en el año 2002 el Municipio de
Tornquist promulgó la ordenanza 1461/02 referida al Plan de Ordenamiento
Territorial de la Comarca de Sierra de la Ventana. En la misma se puntualizan
los lineamientos estratégicos de desarrollo y ordenamiento tanto para Tornquist
como para el resto de las localidades que conforman la Comarca incluyendo a
Sierra de la Ventana. En dicho plan se definen los principales usos de suelo
especificando qué se incluye en cada categoría y bajo qué características.
Consecuencia de esto, fueron dos loteos destinados al uso residencial: un
polígono de aproximadamente 400 m2 que se observa en la margen
izquierda del cauce y el segundo en el sector inferior derecho del área de
estudio (Figura 3). El primero de ellos presenta un porcentaje de ocupación
urbana incipiente y el segundo fue destinado a la construcción de cabañas con
fines turísticos. En términos espaciales, otro avance importante de la
urbanización se observa hacia el área del cauce en la margen derecha del
arroyo. En 1981 para el área de estudio, el cauce presentaba en su sector más
ancho, aproximadamente 300 metros de longitud mientras que para el 2020, esta
extensión queda reducida a unos 20 metros. Aquí el avance urbano se realizó
sobre la llanura de inundación lo cual indica la modificación de su
funcionalidad.
En la
actualidad, el uso residencial (46 %) no solo incluye viviendas como segunda
residencia, sino que se consolida el barrio con residencias permanentes como
así también viviendas temporarias destinadas al turismo. No existen
edificaciones en altura y lo que se propone desde el Plan de Ordenamiento para
esta área es consolidar una imagen residencial con predominio de espacios
abiertos. La mayor parte de las calles no se encuentran pavimentadas y cuentan
con todos los servicios básicos (luz, gas y agua potable). El espacio
recreativo aumenta su superficie (6%) respecto de 1981 debido a que se
consolida el balneario San Bernardo, aprovechando el dique que permite retener
agua y favorece la actividad turística. El balneario cuenta con equipamiento
básico y no está permitido acampar debido a la cercanía al curso del agua. A
este uso se suma un polígono de aproximadamente 50 m2 que
corresponde a un eco parque que actualmente no se encuentra en funcionamiento.
Con
respecto a la zona inundable para un escenario con un período de retorno de 50
años se estima que el caudal máximo evacuado por la ScSB
puede alcanzar los 144 m3/s. En este caso la lámina de agua ocuparía
la totalidad del canal y gran parte de la llanura de inundación. En la
situación actual, el puente que comunica la localidad de Sierra de la Ventana
con Saldungaray (punto de acceso a la localidad) sobre la ruta provincial 72
supone un obstáculo que frena la progresión de la crecida aguas abajo. Se
produce entonces un efecto acumulativo que hace que la altura de la lámina de
agua aumente desbordando hacia áreas aledañas. Considerando el tiempo de
retorno de 50 años, la altura estimada de la lámina de agua sería de 9,69 m lo
cual genera el desborde del canal sobre el puente de acceso a la localidad
(Figura 5).
Figura 5.
Crecida del año 2011 y sus consecuencias sobre el puente de acceso. Fuente:
Fotografías de las autoras.
Criterio ecológico.
La
llanura de inundación en este tramo se encuentra urbanizada prácticamente en su
totalidad, por lo que la vegetación ha sido modificada y reemplazada. La
vegetación ribereña predominante es arbórea, de edad madura junto con especies
típicas del pastizal pampeano como la Stipa
longiglumis, Panicium bergii y Cortaderia selloana. Hay árboles que poseen entre
10 y 20 metros de altura, algunos de ellos se encuentran en mal estado por
haber sido afectados por las crecidas extraordinarias del arroyo (Volonté,
2017). En general las líneas de ribera del tramo se encuentran vegetadas casi
en su totalidad. En algunos sectores poseen una distribución lineal al cauce y
en otros se presentan en forma de masas de vegetación dispersas; en ellos se
observa la presencia de resaca (trash) con alturas aproximadas de entre 3 y 5 metros.
Los
cambios en los usos del suelo, principalmente los vinculados al avance urbano,
han dado lugar a cambios directos e indirectos en la dinámica general del
arroyo. Estos sin duda repercuten
significativamente en la cantidad y calidad de la vegetación, en la capacidad
de infiltración del suelo y en la dinámica sedimentaria propia del cauce.
Asociados a este avance urbano se identificaron como elementos antrópicos tres
puentes (uno localizado en el predio del Golf Club, el correspondiente a las
vías del ferrocarril y el puente que permite el ingreso a la localidad) y un
dique artificial localizado en la zona del balneario anteriormente mencionado.
Este último constituye una barrera al flujo sedimentario dando lugar
principalmente a la generación de barras centrales y laterales en el canal.
Respecto a los puentes, cabe destacar que su porte y tamaño, con excepción del
puente peatonal del Golf Club, significan una importante barrera al flujo
hídrico que repercute en las velocidades del mismo.
Criterio geomorfológico.
En el tramo
seleccionado, el cauce posee un promedio de 25 metros de longitud. En general,
el arroyo presenta una llanura de inundación amplia con depósitos de arenas y
grava dispersos de tamaño medio. En el fondo del canal y sobre ambas márgenes
se encuentra grava gruesa y en algunos sectores rocas de gran tamaño. Su forma
en general es recta interrumpida por tramos donde predomina un trazado meandriforme. Vinculado al avance urbano sobre la llanura
de inundación del arroyo se destaca una posible reducción de funcionalidad y el
aceleramiento de algunos procesos de erosión lineal y lateral que repercuten en
la forma, granulometría y distribución de los depósitos sedimentarios.
A lo largo del tramo del arroyo se
identificaron áreas de acumulación de material sedimentario (islas o barras).
Las barras se encuentran en el centro del canal y están colonizados por
vegetación. Es importante considerar que estas acumulaciones de sedimentos se
encuentran asociadas a la presencia de los elementos antrópicos mencionados
previamente, puentes y diques, que generar una disminución del caudal y el
posterior depósito de la carga sedimentaria (Figura 6).
Figura 6.
Depósitos de sedimentos localizados antes del dique. Fuente: Fotografías de las
autoras.
Propuesta de Territorio Fluvial
Ideal
De acuerdo a
los resultados obtenidos, se delimitó el TFI. Este espacio tiene una superficie
de 548 m2, aquí el arroyo puede ejercer sus funciones naturales y es
compatible con las actividades antrópicas que se desarrollan actualmente
(Figura 7). El TFI posee un ancho promedio de 80 metros y supera en todo el
tramo la zona de inundación para un período de retorno de 50 años. Si bien no
es posible comparar con otras áreas del país, se han obtenido resultados
similares de TFI en Quebec (Biron et al,
2014). Para áreas urbanizadas, Ollero et al.
(2011) han propuesto medidas de integración de áreas verdes o parques diseñados
de manera que mantengan en alguna medida la continuidad del corredor fluvial.
Proponen que los planes municipales de uso del suelo deberían definir para las
áreas consolidadas por la urbanización los espacios que debe ser recuperados y
los que deben ser dejados fuera de ordenación para que, con el paso del tiempo,
puedan reintegrarse a la dinámica fluvial. En el caso del tramo estudiado,
dentro del TFI es necesario gestionar las líneas de riberas, que son las más
afectadas por la introducción de especies arbóreas exóticas y la construcción
de viviendas.
Es
importante considerar que se trata de un espacio expuesto a las crecidas, por
lo tanto, es necesario concientizar a la población sobre la dinámica natural
del arroyo como así también reorganizar los usos de suelo, limitando la futura
ocupación. Volonté (2017) zonificó la cuenca baja según la peligrosidad de
crecidas identificando una peligrosidad alta, que comprende el área que se
encuentra urbanizada, en las cuales las viviendas están dentro de la llanura de
inundación. Una peligrosidad media, correspondiente a sectores susceptibles de
ser afectados por las crecidas, pero sin que corra riesgo la vida humana, y por último, áreas de peligrosidad baja, las cuales no se
encuentran urbanizadas, están fuera de la llanura de inundación, y presentan
bajas posibilidades de sufrir daños.
Figura 7. Propuesta de Territorio Fluvial
Ideal. Fuente: elaboración propia.
Retomando la propuesta que titula este
trabajo, es necesario tener en cuenta algunas cuestiones. Por un lado, es
importante definir previamente qué tipo de territorio fluvial se va a delimitar,
porque en el caso que se utilice uno no compatible con las actividades
antrópicas que se desarrollan en ese espacio fluvial, se necesita de un marco
legal y económico coordinado en las distintas escalas de gestión. En el caso
que no exista, se vuelve inviable su aplicación.
En lo
analizado en este trabajo, la implementación del territorio fluvial, resulta
ser una herramienta sencilla y con resultados favorables. El tipo de territorio
fluvial seleccionado permite la multifuncionalidad de actividades de la cuenca
baja y su concreción puede generar que las presiones ejercidas sobre ambas
márgenes sean menos intensas y fácilmente recuperables. Al tratarse de una
medida vinculada al ordenamiento territorial, es factible que pueda ser
aplicada. A futuro puede ser combinada con el mapa de peligrosidad realizado
para la cuenca (Volonté, 2017) y mejorar la planificación del uso de suelo
actual y futuro a través de la participación coordinada con las autoridades
locales. Además, esta zonificación es un elemento más a considerar para
disminuir el riesgo de crecidas e inundaciones, ya que posiciona y visibiliza a
la población en un espacio que es territorio del arroyo, lo cual hace
imprescindible la educación en el riesgo, en el funcionamiento de la cuenca y en
la convivencia con el mismo.
Conclusiones
El
territorio fluvial se ha consolidado teóricamente en las últimas décadas como
una propuesta para respetar y recuperar el espacio fluvial en cuencas antropizadas en diferentes países. Este enfoque revaloriza
e integra los espacios fluviales al territorio y lo coloca en el centro de la
planificación territorial. Es sabido que los cursos de agua necesitan un
espacio para desarrollar su dinámica hidrogeomorfológica
y ecológica, es por ello que el territorio fluvial intenta devolver al río su
espacio natural o por lo menos una parte de este.
En el caso
de la SbSB, el tramo seleccionado es el más afectado
por la actividad antrópica. La delimitación del TFI permitió reconocer que, aún
con modificaciones en la morfología en planta del cauce, el arroyo puede
ejercer las funciones de transporte, erosión y sedimentación como así también
sus funciones ecológicas. Es necesario revisar algunas cuestiones
principalmente ante la ocurrencia de eventos extremos. Es preciso analizar el
uso de suelo en las riberas, ya que el ancho no es el que el arroyo necesita
cuando ocurren eventos de precipitación extrema y desborda el canal.
La
metodología utilizada ofrece una oportunidad en la gestión de crecidas como
complemento a la modelización hidráulica. Esto se debe a que, basándose en los
indicadores hidrogeomorfológicos de campo y la
vegetación, se puede establecer un criterio para la zonificación del territorio
fluvial. En este caso, el TFI fue abordado como una propuesta para ser incorporada
a la gestión de crecidas, su aplicación en el plan de ordenamiento contribuiría
a reducir la presión antrópica y con ello disminuir la exposición y la
vulnerabilidad de los elementos humanos implicados (puentes, viviendas,
infraestructura turística). Esta propuesta es el inicio de la aplicación de la
metodología en el resto de la cuenca del río Sauce Grande y otras cuencas de la
región.
Agradecimientos
El presente trabajo se realizó en el
marco del proyecto Geografía Física Aplicada al estudio de la interacción
Sociedad- Naturaleza. Problemáticas a diferentes escalas témporo-espaciales.
Dirección: Dra. Alicia M. Campo. Co – Dirección: Gil, Verónica. Código:
24/G078. Secretaría General de Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional del
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[1] Universidad Nacional
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antonela.volonte@uns.edu.ar, marilina.gonzalez@uns.edu.ar,
verogil@uns.edu.ar