Páginas de Filosofía, Año XX, Nº 23 (enero-diciembre 2019), 184-187
Departamento de Filosofía, Universidad Nacional del Comahue
ISSN: 0327-5108; e-ISSN: 1853-7960
http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/filosofia/index

RESEÑA/ REVIEW

Di Pego, Anabella (2016), Política y Filosofía en Hannah Arendt. El camino desde la comprensión hacia el juicio, Buenos Aires, Biblos, 410 páginas.

El trabajo que Anabella Di Pego desarrolla sobre política y filosofía constituye, sin lugar a dudas, un invaluable aporte a los lectores de la obra de Arendt en lengua española. Fruto de la revisión de su investigación doctoral, el libro se propone volver a pensar la relación entre filosofía y política en Arendt, a través de la comprensión (understanding), la narración (story/storytelling) y el juicio (judgment).

La propuesta de Di Pego se organiza como un ejercicio de historia intelectual sobre la obra de Arendt, que invita a una lectura amplia y reflexiva que de cuenta de los desplazamientos y articulaciones entre la comprensión, la narración y el juicio a lo largo de sus escritos y tomando como referencia las obras más relevantes de la producción arendtiana. La tesis de la autora es que los acontecimientos políticos que signaron la vida de Arendt determinaron su propia concepción y relación con la filosofía y ello puede verse reflejado en el análisis de la comprensión del fenómeno totalitario en Los orígenes del totalitarismo (1951), la caracterización de la acción y la narración en La condición humana (1958) y la tematización del juicio en La vida del espíritu (1975).

A poco de iniciar la tarea, Di Pego reconoce las dificultades metodológicas a las que se enfrenta su tarea, derivadas de los silencios y ausencias de pistas que en la propia producción de Arendt permitan seguir el rastro del hilo conductor que Di Pego se dispone a desplegar. Con una erudición que da cuenta de su vasto conocimiento sobre el tema, Di Pego desarrolla una estrategia reconstructiva para superar las dificultades y anudar los tres tópicos que articulan el libro y conectan las principales obras de Arendt con escritos “menores” y ensayos diversos. De esta manera, Di Pego ofrece una panorámica con tres motivos principales a partir de los cuales el lector puede, al acercarse a cada uno de ellos, encontrar los trazos que muestran la riqueza y complejidad del pensamiento de Arendt.

El libro se organiza en nueve capítulos que se condensan en dos movimientos principales, uno de carácter sistemático y otro de carácter histórico. El primero pone el énfasis en el desmantelamiento de la oposición tradicional entre la vida del filósofo y la vida política, entre el espectador y el actor, para achicar el abismo que condujeron a la propia Arendt a concebir a la filosofía y a la política como actividades inconmensurables. El juicio es visto en esta discusión como un elemento que, aunque no resuelve el abismo, permite construir un puente entre el pensamiento y el mundo de la acción política. El segundo movimiento acentúa el carácter histórico y dialógico de la obra de Arendt, al subrayar la reapropiación y el trabajo de crítica hermenéutica sobre la comprensión heideggeriana y la narración benjaminiana. Di Pego reconoce que la aproximación de Arendt a Heidegger y Benjamin está plagada de tensiones. Sin embargo, ello no constituye un impedimento para señalar la deuda de su pensamiento con dichos autores y marcar a lo largo de los capítulos centrales cómo va construyéndose esa relación intelectual fundamental para entender el pensamiento y la filosofía del siglo XX.

El paso por los motivos heideggerianos y benjaminianos de la obra de Arendt -capítulos 3 al 6- ocupa el núcleo del libro, pero sin perder de vista su objetivo central. Cada uno de los capítulos dedicados a la relación con dichos pensadores es una fuente de recursos para sostener y apuntalar aun más la tesis defendida por Di Pego. Así, mientras la reapropiación de Heidegger sirve para una revisión crítica del papel del filósofo y para la configuración de la comprensión, la recurrencia a Benjamin acentúa la primacía de la política y la búsqueda de formas alternativas de narración.

La relación intelectual con Heidegger atraviesa y va moldeando el pensamiento arendtiano desde los inicios de su formación. Di Pego propone claves de lectura que organizan los intereses de Arendt y las distintas etapas por las que atraviesa dicha relación, en un intento por mostrar las tensiones que se van forjando, las críticas y las reapropiaciones. Bajo el influjo heideggeriano, hermenéutica y comprensión trascienden lo metodológico para adquirir un carácter existenciario. Según Di Pego, “en la comprensión entendida en su doble faceta de dialogo interminable y potencialidad crítica, por un lado, y de reelaboración y articulación de compresión preliminar, por otro, se conjugan las tareas que Arendt posteriormente adscribe al pensamiento y al juicio respetivamente” (2016, 160). Desde esta perspectiva, se diluye la contraposición entre actuar y comprender, entre el actor y el espectador que juzga, porque la comprensión aparece como la otra cara de la acción, su complemento inseparable.

La relación con Benjamin, por su parte, le permitirá a Arendt llenar los vacíos producidos por sus críticas a las nociones de comprensión e historicidad en Heidegger, habilitando dos desplazamientos: de la comprensión a la narración y de una historicidad abstracta a otra concreta. La discontinuidad de la historia, la crítica del progreso, la tesis de la caída de la experiencia y de la narración son algunos de los tópicos benjaminianos que resuenan en la obra de Arendt. El influjo de Benjamin no solo permitirá que Arendt se ubique en una perspectiva crítica de la propia tradición filosófica, sino que serán las herramientas para pensar nuevamente la tarea de la filosofía. El desmantelamiento de la metafísica y la filosofía requiere una nueva forma de aproximación narrativa. De este modo, afirma Di Pego, “Arendt recupera el impulso benjaminiano de concebir una nueva narración a través de la revolución de la forma narrativa misma por la incorporación de la discontinuidad y de la no-clausura del relato para la recreación de diversos sentidos” (2016, p. 241).

La última parte del libro invita a transitar el camino que conduce de la comprensión -examinada en los primeros capítulos y enriquecida con los aportes de Heidegger y Benjamin- hacia el juicio, previo paso obligado por la narración. El caso Eichman y las nociones del “mal radical” y “banalidad del mal” marcan los senderos que conducen y reorientan a Arendt hacia la cuestión del juicio. Si en Los orígenes del Totalitarismo, la preocupación de Arendt fue analizar el funcionamiento del sistema de dominación, del terror y de las matanzas producidas, ahora la cuestión es indagar cómo se produjo un deterioro tal en la capacidad de juzgar que posibilitó que personas corrientes estuvieran dispuestas a apoyar y colaborar con un régimen como el nazi. Para Di Pego, “el caso Eichmann constituye un momento clave en la reorientación del pensamiento de Arendt hacia el problema del juicio y de las condiciones que lo hacen posible, no sólo cuestiones propias del juzgar sino también condiciones históricas, sociales y políticas” (2016, 303).

Después de su libro sobre Eichmann (1963), el juicio ocupará el centro de las preocupaciones arendtianas, preocupación que se ve reflejada en los cursos, conferencias, ensayos y en su última obra, inconclusa, La vida del espíritu. La preocupación por el juicio se articula allí con sus críticas a la tradición filosófica y al modo de vida contemplativo que asume. En contra de algunas interpretaciones que ven dos concepciones de juicio en Arendt -el del actor y el del espectador-, Di Pego intenta mostrar que no se trata de dos concepciones alternativas, sino “un derrotero de problemáticas que van desarrollándose y confluyen en torno de la actividad de juzgar” (2016, 332). El saldo por el recorrido trazado por Di Pego da cuenta de cómo en la concepción arendtiana el juicio va configurándose como una nueva forma de pensamiento diferente del especulativo. Las implicancias políticas del juicio ponen en cuestión la dualidad entre vida activa y vida del espíritu. Así, Arendt logra desmontar la oposición tradicional entre la forma de vida del filósofo y la forma de vida del político y ello permite que la filosofía emerja como como una actividad transfigurada a través del juicio.

El libro de Di Pego tiene, a mi entender, un carácter instrumental que lo atraviesa y definen su escritura: funciona como una brújula para orientarnos en la compleja cartografía arendtiana. El trabajo marca las sendas y conducen al lector por caminos serpenteantes, complejos y sinuosos, sin perder nunca el norte. Cada apartado, cada capítulo renueva el interés por llegar al final del recorrido. Una vez allí podemos ver cómo el juicio nos condujo nuevamente a una intersección entre filosofía y política, en el que las viejas disputas y hostilidades son cosa del pasado. Pero en esa intersección se renueva la pregunta, siempre inquietante, sobre qué significa pensar y hacer filosofía. Las huellas de Arendt marcaron el sendero pero es nuestra la responsabilidad de abrir nuevos caminos.

MARIANA CASTILLO MERLO
Instituto Patagónico de Estudios en
Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional del Comahue
CONICET
marianacastillomerlo@yahoo.com.ar