Páginas de Filosofía, Año XIX, Nº 22 (enero-diciembre 2018), 77-99
Departamento de Filosofía, Universidad Nacional del Comahue
ISSN: 0327-5108; e-ISSN: 1853-7960
http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/filosofia/index
RESEÑA/ REVIEW
Rosa, Harmut (2016), Alienación y aceleración. Hacía una teoría crítica de la temporalidad en la Modernidad Tardía, traducción a cargo del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, Buenos Aires, Katz, 190 páginas.
En este ensayo sobre la vida tardomoderna, Harmut Rosa (Alemania, 1965) se propone analizar las estructuras y la calidad de nuestras vidas a través del abordaje de los patrones temporales contemporáneos. En ese sentido, el autor no busca un pleno rigor filosófico o científico, sino más bien desarrollar un programa de investigación para la filosofía social y la sociología. Es por ello que propone reconectar estas disciplinas con la vida social contemporánea, es decir, con la forma de experimentar, a nivel micro y a nivel macro, lo societal.
El libro es presentado con una introducción, tres capítulos y una conclusión. El primer capítulo llamado “Una teoría de la aceleración social, el segundo “La Aceleración social y las versiones contemporáneas de la Teoría Crítica” y por último, “Bosquejos de una teoría Crítica de la Aceleración Social”. Es menester señalar que dicha titulación al castellano podría distar de los originales en alemán.
El punto de partida de Rosa es el concepto de buena vida (good life), el cual lo entiende como alguna concepción, consciente, reflexiva, inarticulada o implícita, según la cual los sujetos guían sus acciones y decisiones, acerca de lo que constituye un buen vivir.
El autor entiende a las sociedades tardomodernas como reguladas, coordinadas y dominadas por un preciso y estricto régimen temporal que carece de una lectura ética. Por esto, lo concibe como despolitizado, invisible, no discutido, subteorizado y no articulado. A su vez, afirma que es posible describir a los sujetos modernos como mínimamente constreñidos por reglas y sanciones éticas, siendo “libres”, aún cuando los gobierna, reprime y regula dicho sistema temporal. En simultáneo, éste mismo es regido por la lógica de la aceleración social, la cual posee varios vectores que permiten un gran alcance en la forma de organizar la estructura y ritmo de vida. Los mismos serían inherentes al concepto y esencia de la modernidad.
El ensayo intenta dar una nueva mirada a los postulados de la Teoría Crítica. Para este fin retoma a Axel Honnet con su propuesta sobre las estructuras de reconocimiento, como así también lo que sostiene Jürgen Habermas en relación a las estructuras de comunicación, las que impedirían experimentar una vida buena. Estos conceptos deberían, en la perspectiva de Rosa, reverse en clave temporal, ya que la aceleración social tiene como resultado un proceso de alienación. De modo que sería necesario volver a dicho concepto, el cual fue dejado de lado tanto por Honneth como por Habermas. Su revisión permitiría vislumbrar las formas de alienación que impiden una buena vida. Desde la Teoría Crítica el autor indaga la relación entre aceleración social y alienación, en la perspectiva del reconocimiento de las vicisitudes de la vida contemporánea.
El autor sostiene que existe un desajuste entre el tiempo disponible y su relación con el conjunto de actividades diarias que conforman nuestras agendas. De este vínculo, surgirán posibles formas de pasar la vida bajo la lógica del “si frenas, te estancas”. Así, es posible asociar el miedo a frenar como un fenómeno psicológico que es contrario a las exigencias que presenta el régimen temporal contemporáneo. Al disponer poco tiempo, necesariamente percibimos que el mismo se sucede de manera cada vez más rápida. Mientras más experiencias transitamos en un día, nuestra percepción de la totalidad del día es más escueta. En oposición, cuando se experimenta una situación de espera, la percepción se vuelve pesada y lenta. El saberse quieto podría generar estados de desequilibrio ante la imperante idea de movimiento como sinónimo de progreso.
Actualmente, se ha perdido la capacidad de apropiación de las experiencias frente a las formas de vida cada vez más multi-tasking. Pero el llenar una agenda, no asegura la real materialización de todo el listado de acciones a realizar en el futuro, sino más bien somete a la persona a las directrices del régimen temporal. El autor identifica esto como una parte de la aceleración social. Respecto a este fenómeno, Rosa presenta una lógica de la aceleración social como concepto unificador y oportuno para el análisis de las estructuras temporales; de modo que éstas permitirían observar la calidad de vida en los niveles micro y macro de las sociedades tardomodernas.
La competencia, la promesa de eternidad y el ciclo de aceleración son los vectores que traccionan a la aceleración. La primera es un fruto acabado de la lógica del mercado capitalista. La segunda refiere a los problemas que conlleva la muerte. En este sentido, el autor afirma como la idea de coleccionar experiencias y llevar una vida colmada de intensidad y vertiginosidad hace frente a la finitud de la existencia. De aquí que esté tan en boga enfermedades como workaholic o las tendencias cada vez más creciente de work and travel. El estar a tope de actividades se identificaría con una vida plena y vital. Finalmente, la tercera se basa en el proceso de retroalimentación que resulta de la conjunción de la aceleración tecnológica, la aceleración del cambio social y la aceleración del ritmo de vida.
Más allá de este andamiaje conceptual, para Rosa hay algunas contradicciones que presentan dificultad en el análisis, como son: el acentuado acortamiento espacial a nivel global fruto de los avances en transporte y comunicación, así como una notable y manifestada percepción del transcurrir cada vez más acelerado de los días, meses y años. Las múltiples etapas de la aceleración se suceden junto a la modernización, de forma tal que se debe pensar a ambas como un proceso inseparable y complementario.
De acuerdo con Rosa, el proceso de aceleración tiene un conjunto de importantes implicaciones políticas. Él sostiene que en cualquier sociedad suficientemente acelerada la acción política tiende a convertirse en situacional. Ello significa que el escenario político se confina a sí mismo a reaccionar a las presiones, en vez de desarrollar una agenda progresiva que parta de sí mismo. En este contexto, las decisiones políticas ya no están activamente dirigidas por el desarrollo social, sino que al contrario son defensivas y relentizadoras. En este sentido, la política comenzaría a exhibir una pérdida de autonomía, de manera que el movimiento de la historia estaría determinado por un cambio frenético y sin dirección. La causa básica de este problema, según Rosa, es la incapacidad de las instituciones de acelerarse a sí mismas, lo que conllevaría a una desincronización entre el Estado y la sociedad civil, por lo que las necesidades y demandas de la acción legislativa se multiplican a paso rápido, forzando al Estado a transformarse en una entidad literalmente reaccionaria.
En conclusión, este ensayo sobre la vida contemporánea de las sociedades occidentales presenta un conjunto de conceptos que permiten abordar renovadamente el fenómeno de la aceleración. Sostiene, asimismo, de manera inquietante, que cualquier intento de erradicar la alienación por vías políticas o culturales conllevaría el desarrollo intrínseco de formas totalitarias y autoritarias de cultura, política y filosofía.
Por último, el esbozo del concepto de resonancia, como aquello que se opone a la alienación producida por la aceleración, no alcanza a articular de manera eficaz una alternativa a la misma. En tal sentido, si bien es cierto que el autor menciona una serie de experiencias que desaceleran el ritmo de ser en el mundo, estas no serían suficientes para abordar una dimensión ético-política que haga frente a la alienación. Aunque bien el sujeto podría experimentar un acercamiento al buen vivir superando, al menos en parte, el estadio de alienación, sin necesidad de interpelar las directrices de reconocimiento y competitividad que plantea el mundo actual. Para ello debería tomar consciencia y ser resonante con el mundo circundante. Este concepto es “lo otro de la alienación” y es un concepto emocional-existencial que nada tiene que ver con la búsqueda activa de justicia. Podría pensarse, en todo caso, que posiciona al sujeto en una actitud más bien pasiva. Una suerte de acomodamiento a las circunstancias.
En suma, este trabajo se articula como una reflexión sobre fenómenos como la aceleración tecnológica, la aceleración del ritmo de la vida y la aceleración del cambio social, en donde se trasluce un análisis sobre los orígenes históricos de la alienación. Un texto que es una invitación a reflexionar sobre las estructuras temporales actuales y la reutilización del concepto de alienación como una llave que permita abordar esa reflexión.
MAXIMILIANO JAVIER NAVARRETE
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Comahue.